12/31/2017

Custodios de la semilla

Por Pedro Patzer

Los que clamaron la voz en el desierto
se hicieron música de porvenir.
Muchos de los condenados al ocaso
le dieron al mundo sus más importantes auroras.
No había minuto a minuto para el Sócrates que elegía morir a vivir sin virtud,
ni para el pintor que consiguió retratar
(en el dolor de los animales despedazados bajo la bombardeada Guernica)
la agonía de la humanidad.
Aunque los relojes sigan con sus tic Tac,
los publicistas con sus bang bang
y los fantasmas del mundo con su ignorancia,
habrá alguien encendiendo el mañana,
habrá alguien custodiando la semilla

12/26/2017

La City (el desierto)

por Pedro Patzer

En la City nada florece, ni siquiera los fantasmas
los edificios exhiben sus catalepsias adornadas
como medallas de generales que perdieron
las batallas de las sombras
como ancianas novias que nunca saludaron en el atrio
Arbolitos de navidad en bancos solitarios
- sin pesebres, ni dioses, ni bestias -
iluminan el insomnio profesional del guardia
mientras alcantarillas entonan milongas de nadie:
las arañas se han exiliado de las telarañas,  
los niños de sus domingos.
No hay juguetes rotos,
ni perros que le ladren a la luna,
no hay aceitunas, ni pianos tartamudos
no hay sombreros que le duelan a Lorca
ni jardines en los que los linyeras entierran sus tesoros.
Sus relojes bostezan al mundo
mientras luminosos carteles anuncian el valor
de los que se compra y lo que se vende
Aqui la vida sólo trabaja los días hábiles,

el desierto es su habitante permanente

12/20/2017

El zoológico de la historia

por Pedro Patzer


En el museo de cera están las figuras de Gandhi, Lennon y Luther King.
Los que promovieron la locura de sus asesinos mantienen económicamente a sus estatuas.
Es bueno que el mundo contemple a los humanos más agitadores como rígidos muñecos de cera

El zoológico de la historia sabe bien como impartir sus lecciones.

12/07/2017

Jean Valjean

Por Pedro Patzer

Ni los ladrones de la existencia,
ni los mercaderes del ser,
pudieron corromper tu riqueza
imposible e imaginaria;
te quitaron crepúsculos y lluvias
por un pedazo de pan,
pero alguien confió que había
una semilla de cielo en tu corazón,
y eso te hizo libre:
te emancipó de la identidad del odio,
luego viste morir de mundo
a una madre huérfana de Dios,
ya para entonces habías comprendido
que uno se halla en el rincón más remoto del espíritu,
sabías que más allá de los que dicen que se ve
comienza el Ser,
por eso no fuiste la condena, ni traficante de crímenes ajenos:
ya habías aprendido que muere,
cada vez que le perdonás la vida
aquel que tantas veces ha intentado asesinarte.

12/02/2017

La Palabra y la Revolución

Por Pedro Patzer

Una palabra puede hacer crecer el Himalaya en tu silencio,
darte auroras que irrumpan en la noche del mundo.
La palabra puede hacer de tu corazón una antorcha,
una luciérnaga, un guerrero,
quitarte los personajes que los dramaturgos oficiales hicieron de vos,
otorgarte el libro en blanco del horizonte.
Una palabra puede ser una contrabala: con ella podés herir de vida,
cantarle  -por primera vez -  una canción de cuna a los ancianos huérfanos.
La palabra puede despojarte del ropaje del miedo,
burlarse de las medallas con que se escapan de sus fantasmas los resignados.
Una palabra puede hacer de vos una nave de los libres,
que engañe a los radares militares,
que traduzca el olvidado canto de la vieja sirena.
Una palabra puede ser el oro de la soledad,
el jardín intruso en el imperio del desierto,
la herramienta del ángel humano y del pan divino,
para trascender las lecciones que imparten
los que matan al día.
La palabra puede ser el comienzo de la revolución,
la fuente que preservará al bosque, al río, a la canción humana,
en medio de esta sequía de bondad, belleza y pensamiento.


11/30/2017

Tan Gardel

por Pedro Patzer


Tan misterioso como fundamental. Tan ángel oficial como diablo de arrabal. Tan de nadie y tan de todos. Tan de Buenos Aires y tan de ninguna parte. Tan de la muerte y tan de la vida.  Tan de nuestro pan y tan de nuestro hambre. Tan de nuestro vino y tan de nuestra sed. Tan de todo lo que nos sabemos y tan de todo lo que nos ignoramos. Tan de la ciudades y tan de las pampas. Tan de la leyenda y tan de la historia. Tan de nuestro cantar y tan de nuestro callar. Tan Velázquez y tan Quinquela. Tan Maradona y tan Leguizamo. Tan Martín Fierro y tan Charly García. Tan de la bala y tan de la rosa. Tan de la Paramount y tan del circo criollo. Tan de los que pierden la cabeza por una cabeza y tan de los que pierden la cabeza por las rubias de New York. Tan de nuestra sonrisa y tan de nuestra lágrima. Tan golondrina de verano y tan zorzal de la eternidad. Tan romántico y tan fantasma. Tan Toulouse y tan Tacuarembó. Tan Hollywood y tan Medellín. Tan Milonga Sentimental y tan Recuerdo Malevo. Tan Anclao en París y tan “yirador” por los suburbios de la vida. Tan de las cosas que sostienen nuestra identidad y tan de las pérdidas que nos ayudan a encontrarnos. Tan custodio de la herida discepoliana y tan antídoto contra nuestras penas y olvidos. Tan hijo malevo, tristón y canyengue y tan novio de nuestra fatalidad. Tan de ayer y tan de mañana. Tan humano - que pese a tanta muerte, incluso la suya - Carlitos Gardel cada día canta mejor.

10/20/2017

El club de los corazones chiquitos

por Pedro Patzer

“Cuanto más pequeño es el corazón, más odio alberga” escribió el poeta francés Víctor Hugo.

Desde burros con libros a ignorantes profesionales, desde negligentes existenciales a seres que están a la deriva de los días. Desde francotiradores de los dedos que siempre disparan mezquinamente, a pigmaliones enamorados sólo de sus propias estatuas. Desde indiferentes hasta la crueldad a los que hacen la verificación ideológica vehicular. Desde los atletas de copiar y pegar eslóganes a los que condenan a los condenados. Desde los que salan las heridas irremediables a los que se entregan a la pereza del pensamiento emoticón. Desde los que no se animan a abandonar su fantasma a los que tienen una inmediata certeza ante cada suceso. Desde los envenenadores de cualquier sueño a los traductores oficiales de la realidad. Desde los licenciados en fronteras a los doctores en desiertos, desde los maquilladores de bestias a los publicistas del espanto. Desde los que le hacen el nudo de la corbata (al tantas veces ahorcado), a los voyeurs de cadáveres. Desde los obispos que enumeran ángeles caídos a los que proscriben los milagros cotidianos. Desde los niños cantores de las fatales primicias a especialistas en tragedias (que nada tienen de griegos). Desde gourmets de caníbales a cómplices de la nada. Desde los siempre turistas en los más dolorosos paisajes a los que promueven la Historia como lotería.  Todos ellos conforman el club de los corazones chiquitos

10/16/2017

El Mensaje

por Pedro Patzer

Los profetas hablan de escuchar la chispa divina,
los griegos de convocar  a la musa,
los surrealistas al sueño.
Los mapuches tienen como misión alcanzar el canto sagrado,
Lorca llamaba a despertar al duende,
Demócrito a arrancarse los ojos.
Siempre el humano sospechó que era algo más que una sombra de carne y hueso,
quizás la música de este mundo,
que había comenzado en otro mundo,
algo así como un mensaje, que entre
risas de niños y lamentos de moribundos,
viene a descifrar.

10/13/2017

Magia

por Pedro Patzer

Un indio Sioux argumentaba que sus bisontes habían desaparecido desde que el antropólogo lo dibujara en su cuaderno.
Del mismo modo hay quienes aseguran que Dios se marchó del templo desde que el goloso obispo lo tomara de rehén en sus sermones. 

10/11/2017

La Raíz del Arte

por Pedro Patzer

Si a todos los niños le enseñaramos
a dibujar árboles,
el mundo de mañana
carecería de desiertos.

10/09/2017

Un Dios

por Pedro Patzer

Él, que en nada creía,
hizo tanto por lo humano
que el corazón se le volvió un Dios

10/07/2017

El nombre de la aurora

por Pedro Patzer

Omar Jayam, poeta iraní, consiguió lo que todo juglar desde el comienzo de la Poesía ha soñado: un cráter de la luna lleva su nombre.
Del mismo modo podríamos alentar a que la acción de tachar días en la pared de calabozo sea bautizada con el nombre de alguien que haya consagrado sus días a liberar pájaros, hombres y ángeles de las jaulas
O darle, al hecho de ver a un hijo por primera vez, el nombre de algún capitán de la aurora. Es decir, de alguien que con sus acciones haya hecho surgir un nuevo día en el corazón humano.

9/28/2017

El fantasma del mundo

por Pedro Patzer

Hay ciertas miradas en las que los gorriones hacen nidos
y corazones en los que el mundo hace telarañas,
presencias como manifiestos de esperanza
y habitantes de los días hábiles que nunca nada amanecen.
Hay promotores del hambre y profetas del hombre,
belleza en medio de la tragedia
¡Algo griego nace en cada esquina!
algo que con solo posar nuestra mirada podría florecer.
En los escombros de la historia una hierba siempre crece,
del  hastío de los volcanes nacen islas,
en las cavernas del planeta se hizo arte
en las cimas del Himalaya la paz.
Todos los días hay que dar batalla
por no hacer de nuestra existencia
un fantasma más del mundo

9/26/2017

9/14/2017

Lo que nace de un adiós

por Pedro Patzer

El poeta Diego Holzer sospechaba que antes de ser un hombre
había sido un caballo,
él presentía que no era nuevo en la tierra.
El pintor Pablo Picasso intuía que las formas de las cosas
eran un accidente,
y que el espíritu de lo que pudieron haber sido anda entre nosotros.
El que ha despedido de esta tierra a un ser amado sabe
que de ese adiós nace una nueva infancia,
una niñez entre la humana memoria y el divino porvenir

9/12/2017

El país de la cumbia santafesina

por Pedro Patzer
Se escribieron libros y se hicieron congresos preguntándose: ¿Qué es el folklore? Aparecieron algunos tradicionalistas ofendidos con las innovaciones de los músicos populares de conservatorio, y luego, algunos músicos populares de conservatorio ofendidos con las manifestaciones espontáneas de los guitarreros. En el medio de todo esto, en la ciudad de Santa Fe la cumbia no pedía permiso para colarse en el corazón de su pueblo, en sus andamios, en sus estaciones y hospitales, en sus heridas y en sus muertos, en sus silencios que por fin encontraban un espejo en forma de canciones.
El periodista Marcelo Jara advierte: “No hay obra en construcción de Santa Fe, en que no suene cumbia” La cumbia es en el siglo XXI  la manifestación cultural más popular de la ciudad de Santa Fe. Si bien es cierto que se hace necesario distinguir entre lo masivo y lo popular, ya que no todo lo masivo es popular, la cumbia santafesina corresponde a contextos humildes: un hijo que va a visitar a su padre a la cárcel, otro que le canta a la pobreza de su madre inmigrante o al destino trágico de sus hermanos. Pero esto es algo más que melodrama o cancionero de la resignación, es un retrato de un sector social que (casi) no está representado en otros géneros. Desde luego que la mayoría de las letras de las cumbias santafesinas son románticas, sin embargo es una manera de amar en medio del desamparo, la esperanza del amor aunque se esté fuera del mundo. Siempre con la compañía del ángel guardián de la cumbia santafesina: el punteo de guitarra, singularidad que la distingue de la colombiana; la guitarra otra vez vuelve a marcar la historia de nuestra cultura popular: desde la vihuela con la que Martín Fierro cantara sus penas, a la guitarra que Juan Carlos Denis - con su grupo Los Del Bohío - cambiara por el acordeón, dando origen al toque especial de la cumbia santafesina, como informa Maximiliano Márquez en su libro “Santa Fe es cumbia”, que también añade que Chany Gutiérrez fue el productor pionero de este movimiento que financió  el primer disco de Los Palmeras, con la condición de que no grabaran canciones de Cuarteto Imperial o de otros conjuntos colombianos, sino que registraran creaciones propias. De esta visión de Gutiérrez nace el fenómeno cultural de la cumbia santafesina.
No es casual que su máximo poeta Czeslaw Popowicz, popularmente conocido como Yuli, sea hijo de polacos nacido en un campo de refugiados en Italia, llegado a la Argentina a los dos años en un buque carguero huyendo de la segunda guerra mundial. Yuli y su familia trabajaron como peones en campos de Buenos Aires, Mendoza, hasta que se instalaron definitivamente en la ciudad de Santa Fe: "Mis padres estaban muy golpeados y nuestra vida fue signada por la tristeza y la pobreza. En Santa Fe vivimos abajo de un puente. El techo de nuestra casa eran las estrellas, la luna y el sol. Un día el Gobierno nos mandó, a mis hermanos y a mí, a vivir a un asilo para menores; sufrimos el desarraigo de nuestros padres. En esos años, papá falleció en la cárcel y mamá quedó sola". (Declaración extraída de cumbia de la pura.com.ar) Es decir, el máximo poeta de la cumbia santafesina conoció la pobreza, la vida a la intemperie, los asilos de menores, la muerte de su padre en prisión. De este dolor Yuli hizo su alquimia, por eso su cumbia testimonial consigue pintar un mundo marginal al que el arte muy pocas veces llega. Así el preso por fin pudo encontrarse en su canción: “Estas cuatro paredes / saben de mis ruegos/ estas cuatro paredes/ me oyen llorar/ estas cuatro paredes/ gritan mi libertad”(La Celda veintidós). El lisiado empujado a mendigar por la desgracia, se sintió acompañado: “Te quisiera yo contar, / esta cruz que hoy yo cargo/ sucedió hace un tiempo atrás, / haciendo changas, / en un gran corralón, / las bolsas de cemento,/ cargada en un camión / y en segundos, / ni sé cómo sucedió, / la montaña de cemento, / sobre mi cuerpo cayó” (La Silla Vacía). El fuera del mundo encontró la manera de cantar su pena, como un Martín Fierro de ahora: “esta herencia cargo yo de miseria y de dolor / bajo un cielo oscuro y gris/ mil caminos recorrí mendigando/ una madre que lloraba y a sus hijos entregaba / cinco hermanos separados y dos pobres internados/ que sin padre hemos quedado”
Cabe recordar que Santa Fe ha dado artistas como Horacio Guarany que cantaron la tristeza del hachero, del pescador, del niño pobre, hasta de la prostituta. También poetas como José Pedroni y Julio Migno que supieron pintar la vida de los humildes habitantes de la Santa Fe profunda. A trovadores que como Orlando Veracruz cuentan la historia del niño que debe dejar la escuela primaria para ir a trabajar o del paisano que perdió todo por la inundación. La cumbia santafesina retoma esta poética de la cultura de la adversidad, trabajando con la poética de la desesperación, dando testimonio de las pequeñas tragedias cotidianas que mucho antes de que sean abordadas por la literatura, el cine, el periodismo, dejan de ser invisibles gracias a la cumbia.
Si la cumbia santafesina es o no es folklore es un asunto que muy poco les importa a aquellos que sienten su abrazo musical en medio de las soledades crónicas de la historia, de la intemperie cultural a la que sistemáticamente fueron y son arrojados.



9/04/2017

Antonio Berni y el color humano de Argentina

por Pedro Patzer

Mientras las series norteamericanas resucitan a los narcotraficantes latinoamericanos, para que el mundo (y muchos de esta parte del mundo que ignoran la verdadera historia de su propia  tierra) siga creyendo que la cocina de la desgracia de la humanidad anda siempre por estos suburbios del planeta. Es bueno recordar que un artista nacido en Rosario - un lugar que seguramente en un tiempo tendrá su serie narco - creó dos personajes que denuncian la tragedia económica y cultural del continente: Juanito  Laguna y Ramona Montiel. Juanito un pibe villero que entre los basurales sueña con ser astronauta, y Ramona una muchacha de los barrios de los arrabales porteños, que tiene que prostituirse para sobrevivir. Tal como Shakespeare manifestara: “Estamos hechos de la misma materia que los sueños” Antonio Berni construye estos personajes con pedazos de sus mundos: "...Yo a Juanito y a Ramona los hice precisamente en collage, con materiales de rezago, porque era el entorno en que ellos vivían; y así no apelaban justamente a lo sentimentalista. Yo les puse nombre y apellido a una multitud de anónimos, desplazados, marginados niños y humilladas mujeres; y los convertí en símbolo, por una cuestión exactamente de sentimiento. Los rodeé de la materia en que desenvolvían sus desventuras, para que, de lo sentido, brotara el testimonio."
Antonio Berni nació en Rosario, en 1905, hijo de un sastre italiano que escapó de la primera guerra mundial, halló en el arte una manera pacífica de hacer algo por el mundo, una forma de pensar, de pensarse, de pensar su historia y la de las suyos; de pensar el color  - hecho de muchos colores – del alma su Tierra: "Yo a Juanito Laguna lo veo y lo siento como el arquetipo que es; arquetipo de una realidad argentina y latinoamericana, lo siento como expresión de todos los Juanitos Laguna que existen. Para mí no es un individuo, una persona: es un personaje... En él están fundidos muchos chicos y adolescentes que yo he conocido, que han sido mis amigos, con los que he jugado en la calle..."
Lo que Armando Tejada Gómez lograra en la Poesía con el poema Hay un niño en la calle, Antonio Berni lo consiguió en la pintura con su personaje Juanito Laguna: “Juanito es un chico pobre, pero no un pobre chico, porque tiene sus ojos cargados de porvenir" Lo que César Tiempo consiguiera con su Clara Better, protagonista de su poemario Versos de una prostituta, Berni lo alcanzó en la pintura con su Ramona Montiel: "Ramona es la "milonguita", la "costurerita que dio aquel mal paso", imágenes de Carriego y también ciertos personajes de Borges. Ella ya ha trascendido su barrio; está en Florida y en Corrientes y Esmeralda (...) Para construir a Ramona recurrí al arte kitsch, que traducido a nuestro idioma sería el arte cache. Este último es un fenómeno muy amplio y representa el arte popular de carácter ciudadano..." Como Picasso con un retrato de un caballo agonizante denunció la tragedia de Guernica, Berni con pedazos de zapatos, patas de mesa, harapos, un vestido de novia de su mujer, y otras chatarras, denunció las penurias de la realidad de una prostituta. Exvoto, se denomina al objeto que los fieles ofrecen a Santos por gracia recibida. Berni sabía que había que desarmar la realidad, tomar sus esquirlas y ofrecerlas como exvotos paganos, para volver armar (desnudar y denunciar) artísticamente la realidad.
¿Cuándo es que un artista se vuelve nacional, cuando pinta el paisaje de su tierra o cuando alcanza a retratar el color humano de su pueblo? Antonio Berni, artista nacional que plasmó como pocos el color humano de la Argentina y de Latinoamérica.
Cuando se intente hacer de algún patético narco un personaje ícono de Rosario, recordemos que allí nació el gran Antonio Berni, creador de Juanito Laguna y Ramona Montiel. Es necesario que conozcamos a nuestra gente necesaria para que colonizadores culturales no nos cuenten otra historia.

9/02/2017

La fe es Crear lo que no se ve

por Pedro Patzer

Picasso jamás dió clases. Le resultaba imposible explicar su creación. Él había adoptado un nuevo idioma, un lenguaje propio que sólo conseguía expresar a través de sus manos. Que Picasso no lograra explicar su creación verbalmente, no sólo es uno de los mayores actos de pedagogía universal, es sobre todo un gesto de esperanza en lo humano. Hay algo que viene con nosotros: tal vez una piedra lunar que traemos en el alma o quizás un arma letal del espíritu que en vez de matar, hace nacer mundos tan inconmensurables que la palabra humana no consigue describir. 

8/31/2017

Orfandades

por Pedro Patzer

El que no reconoce en la mano de un mendigo, las manos de su madre, de sus hermanos, de lo que ama; es un huérfano de la historia y de la divinidad

8/22/2017

Las horas y tus pasos, el horizonte y tu voz

por Pedro Patzer

Hay un momento en el que se decide volver a nacer
Y se desoye al campeón y al profesor
Al santo siempre pulcro y al mapa inmóvil
A las fórmulas exactas de las eminencias
Y al cuaderno de notas del profeta.
Es el instante en el que las horas se hacen tus pasos
Y el horizonte, tu voz

8/18/2017

La imaginación como arma

por Pedro Patzer

Parte de la formación de un Samurai consistía en abrevar en otras artes: la ceremonia del té y la caligrafía, aunque la que más curiosa - entre estas prácticas - era la del dibujo de sus espadas. Estos implacables guerreros, debían aprender a dibujar su arma. ¿Qué sentido tenía que un Samurai dibujara su espada? ¿Acaso porque las cosas sin Dios sólo alcanzan su alma, cuando un corazón humano las elabora, o será  que nadie puede dominar aquello que no es capaz de recrear en su imaginación?

8/11/2017

Hacerse Canción

por Pedro Patzer

Hace años que estoy buscando  una canción,
a veces me parece hallarla en un amor,
en un dolor, en un paisaje,
en un Dios descalzo,
en un linyera traficante de las otras riquezas,
en un piano que imita el cantar del último pájaro de la noche,
en la telaraña del mundo en la que se enreda el ángel
en un barco que se parece a la mirada de domingo
de mi padre.
Hace siglos que voy detrás de una canción
y a veces creo recordarla en la voz de mi madre,
o en el jardín en el que se transformara su ausencia,
en la herida del Cristo cotidiano, en la calavera de Hamlet
que se ha quedado sin quien le haga la existencial pregunta
Hace milenios busco esa canción y a menudo
se aparece en el silencio de los vencidos,
en el que dignamente no olvida
en el que justamente perdona.
Hace muchas almas que voy detrás de esa canción,
suele revelarse en el gemido del amor,
en el sencillo y humano milagro de quien hace el pan,
en el rumor del río que todos llevamos dentro,
en la aurora que cada tanto acontece en nuestro corazón.
Hace varios caminos que ando buscando una canción,
aunque un alquimista me advirtiera:

“la única manera de hallar esa canción, es hacerse canción”

8/02/2017

Los esclavos de ahora

por Pedro Patzer

Los esclavos de ahora, los que confunden cv con biografía; morar en los días con ser parte de la historia; los que no se reconocen en lo que aman, ni en lo que odian. Los que no se encuentran desnudos ante los descalzos; los que están colmados de certezas ante un mundo que se desmorona. Los traficantes de héroes perfectos y los creadores de sus propias estatuas; los aduaneros de la cultura que en nombre del buen gusto desprecian las manifestaciones populares. Los que se vuelven ciber gendarmes de la manera de vivir de los otros, prefectos de las cimas a las que nunca accedieron. Esclavos, porque jamás piensan en cambiar su corazón para modificar el corazón de la humanidad. 

7/29/2017

Pachamama por la identidad, identidad por la vida


por Pedro Patzer

Si cualquiera de nosotros hiciera el ejercicio de contar cuántas veces en un día, escucha o lee la palabra muerte en la tele, la radio, diarios o portales web, quedaría impresionado.La palabra muerte se ha puesto de moda, y curiosamente, quienes la instalaron son los que están envenenando la tierra (y el corazón humano) por sus intereses.
En medio de esta pandemia de la palabra muerte, es necesario trabajar con la identidad. La identidad tiene que ver con la vida. Es decir, si vos no conocés el nombre del árbol que están talando, la historia del pueblo que habita la montaña que están hiriendo, la cultura del río que están contaminando, es fácil que avasallen con todo esto, que la muerte avance sobre la desconocida vida.
El trovador santafesino Orlando Vera Cruz, considera que gaucho es el que ve pasar un pájaro y sabe qué pájaro es. En el color, el canto y el vuelo de la calandria, la diuca o el chajá, él encontrará una leyenda, una historia, una partecita de su cultura en la que reconocerse.  La colonización cultural no sólo es un problema ideológico, también es un asunto vital. Google nos proporciona un GPS preciso para guiarnos por los remotos caminos, pero a la vez nos quita la posibilidad de perdernos para encontrarnos, para hacernos preguntas hacia dónde vamos. ¿Acaso sabés qué significa, por ejemplo, Catamarca, o qué hizo Rivadavía para ser la avenida más larga del país? ¿O qué quiere decir Pilcomayo o Uritorco y de que lenguas provienen? Despertar a la identidad, es despertar a la vida. Un trovador argentino, de familia irlandesa, se apellidaba Dojorti, pero cuando interpretó el llamado de su tierra, cambió su nombre por Buenaventura Luna, el nombre de un viejo campesino que le contaba historias de su pueblo, de sus leyendas, de su naturaleza.
La Pachamama es la vida y es la Tierra, es nuestro tiempo en este planeta, pero también es nuestra cultura. Para no banalizar la ecología, debemos tomar conciencia que fortalecer nuestra identidad, es defender también la ecología. Asunto que Greenpeace no puede enseñarnos. Esto lo retrata el poeta riojano Héctor David Gatica, quien en un poema demuestra que la conquista no sólo despojó a diaguitas, de su tierra y su libertad, sino que también les arrebató sus dioses ecológicos: “...por las altas memorias de las montañas solitarias/ huyendo de la llanura profanada:/ la fecunda Pachamama de la lengua kakana/ la madre de la Tierra./ La Zapam Zucum que orienta con el humo,/protectora de los algarrobos./ Ella cuida a Vichigasta los niños de las cosecheras/ La juguetona y risueña Yacurmana,/ de Churquis y la costa del medio, madre del agua/ El veloz Yastay/ hijo de la montaña,/ dios de las manadas y las aves del campo…” La colonización cultural, al despojarnos de nuestra cultura ancestral, de alguna manera desactivó a los dioses originarios que tenían como función custodiar el agua, la montaña, las aves, los animales, los frutos. Más allá de la creencia, el peso pedagógico de estas divinidades aborígenes que tenían como función hacernos tomar conciencia de la importancia de la Tierra y lo que ella engendra. Esta falta de respeto cultural, esta ignorancia de nosotros mismos, nos conduce siempre a las crisis. Creídos que las crisis son económicas y morales, los tilingos recurren a ejemplos como los de Suiza, Noruega, Alemania, etcétera; desconociendo que los diaguitas en las montañas tienen una receta para nuestras crisis, que los omaguacas en la quebrada tiene un consejo para nuestras crisis, que los mapuches en la Patagonia tienen un mensaje para nuestras crisis, que los nietos de Martín Fierro en la Pampa tienen un par de milongas para nuestras crisis. Todos coinciden en algo: nuestra crisis es desconocernos. Si no sabemos quienes somos, ignoramos a la Pachamama. La Pachamama es Identidad. La identidad es Vida. La única manera de ganarle a la muerte de moda, es poner de moda nuestra identidad, nuestra manera de ser en la vida.






La cultura popular es el anticuerpo que siempre salva a la Argentina

por Pedro Patzer Aunque nos quieran convencer de que los ladrones de las melodías, de las vocaciones, de los más hermosos vínculos del human...