11/01/2015

Los hombres que se comen las letras eses

por Pedro Patzer



Hace un tiempo tuve la fortuna de conversar con José, un ex ferroviario tucumano. El término “ex ferroviario” está mal empleado ya que jamás se deja de ser un ferroviario. Serlo es formar parte de una cultura tan humanamente poderosa como las estampitas de San Cayetano en las manos de un desocupado o el matecito que nos ayuda a despertar en  tiempos donde las multitudes parecen anestesiadas.
José me convidó sendas anécdotas de la cultura ferroviaria: pueblos que nacieron gracias al tren y comarcas que murieron con el nefasto: "Ramal que para, ramal que cierra" Se refirió a familias ferrocarrileras; a los santiagueños que tomaban el tren en Retiro para ir a celebrar el carnaval a su provincia; a lo que padecen los conductores de locomotoras ante cada suicida que elige las vías como última morada. Y de cómo la desaparición de trayectos del tren mató a la pequeña patria de los ferroviarios.  Además de conmoverme por todo lo que contaba, me emocionó que José se comiera las eses, en palabras fundamentales: "los pueblo que desaparecieron, cuando dejaron de pasar los trene.. "  ¿Cuáles de todas los sucesos vividos por este ferroviario, le quitaron las “eses” a las palabras “pueblos” y “trenes”?
Un tiempo después entrevisté a un anciano hachero santiagueño, había trabajado de changuito en la forestal. En un momento de su relato advirtió: "...y el monte se ha quedado sin árbole y sin pájaro" Y tal vez, en esas “eses” omitidas en las palabras “árboles” y “pájaros” había algo más que un error, había algo así como una especie de confesión: él que había tumbado árboles desde niño, de alguna manera también había talado sus propias palabras, un desierto crecía en su silencio sin “árbole” y sin “pájaro”
Betty, viuda de un ex ypefiano ( jamás se deja de ser un ypefiano, los que se criaron en familias de trabajadores de Ypf saben muy bien a qué me refiero: escuelas, proveedurías, cultura de integración) Betty me confesó que fueron muchos los ypefianos que, como su marido, murieron de tristeza cuando los despidieron de Ypf. En un tramo de su relato, la viuda recordó que su esposo ante la privatización de Ypf, advirtió: "Muchas vida se perderán con esto" Y esa ese que le faltaba a la palabra “vidas”, era también una especie de manifiesto: “la muerte avanza”
Popularmente cuando alguien omite una ese, se dice "se come las eses o  se traga las eses" Pienso en la sabiduría de estas frases y me pregunto:  ¿De qué está hecho el hambre del hombre que se traga las eses? ¿De qué está hecha la sed de los que se tragan las eses? ¿Acaso la misma sed de la Difunta Correa? ¿Acaso el mismo hambre de los hijos de Martín Fierro?
La batalla es cultural, de esa cultura de los hombres que se tragan la eses por temor a llamar al silencio de la historia, a la soledad de la lucha, al suicidio cultural de una sociedad.
Hace algunos años comenzamos a recuperar las eses perdidas de esos hombres, sigamos por ese camino. Que no gane el Silencio. Que ganen las palabras. Nuestras palabras. 

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