7/21/2015

Los espejos emancipadores


Por Pedro Patzer

1
Los tobas tienen a Dapik Ltá, dios protector de la miel y de los panales. La cultura diaguita - calchaquí  posee al Coquena, deidad guardiana de las vicuñas, llamas y guanacos. Los mocovíes se refieren a Netise Letaá como el divino Señor que defiende a las nutrias de los cazadores. En la mitología chulupí, del Gran Chaco, Sitsé, padre de los animales terrestres, castiga a los depredadores. Muchos años antes de que las Oenegés europeas llegaran a nuestro continente a “enseñarnos” a cuidar la naturaleza, los pueblos originarios tenían una cultura que la amparaba.
2
Inottlelé, el Señor del Cielo, según la mitología wichí, e Ijwala, el hombre de Fuego, también de la teología wichí, se reúnen cada atardecer para incendiar de belleza el confín. Los ciudadanos modernos, hijos de la ciencia y del mercado, ya no le preguntamos al anochecer si el hombre del Fuego y el señor del Cielo gozan de buena salud.

3
Katés, llaman los chorotes a la estrella de la mañana, que aseguran, encarnó en una muchacha enamorada de un joven cazador. Del romance entre una estrella india y un joven cazador nacen luceros de pueblo, luceros del corazón indoamericano. ¿Acaso no dicen que San Martín es hijo de la india Rosa Guarú?

4
Una leyenda wichí indica que Lawo, el dios arco iris, se irrita cuando las mujeres se bañan en las lagunas mientras están menstruando. Parece ser que a Lawo, le molesta que el rojo de la menstruación de la mujer sea más hermoso y más vital  que el color del arco iris, que el color de un dios.



5
Para los chiriguanos el eclipse sucede porque Yáwa, jaguar mítico, lucha contra la luna para devorarla. Según los mocovíes los rayos caen por la presencia en la tierra de Nakolaña, una mujer pequeña. Advierten los tobas que el caluroso viento norte tiene un dueño: Kenakiaragayk. Y nosotros, resignados devotos de los telescopios, pararrayos y profecías de meteorólogos.
6
Mientras nuestro cielo se muestra huérfano entre radares, antenas y torres, los mapuches rinden culto a Rañíñ Wenú Cháu, Padre de la Mitad del Cielo y a Rañíñ Wenú Nuque, Madre de la Mitad del Cielo.
7
Los promotores de la cultura occidental repiten sin cesar el fragmento de la Odisea, en el que Ulises se ata al mástil para no enloquecer ante el canto de las sirenas; sin embargo, desconocen que en nuestros Valles Calchaquíes, en sus ojos de agua, en sus bañados y en sus ciénagas, suelen escuchar a sirenas cantar vidalas espectrales, sirenas que algunos llaman “rubias del río”, sirenas que encantan a los pastores y arrieros, sirenas que reúnen en su canto al griego y al amauta.  
8
Nietzsche advierte que Zaratustra, a los treinta años, deja su patria y se refugia en la montaña. Durante una década, a pura soledad, adquiere sabiduría del silencio y transforma su corazón. Luego desciende de la montaña y comienza predicar a los de abajo. ¿Acaso no es el mismo camino que recorriera nuestro  Fortunato Ramos, docente jujeño, que subiera ,a mula, al país de los cerros, para dar clases, y que años después bajara como el mejor alumno del viento andino, para dar testimonio de la sabiduría ancestral del runa?

Primero fueron los espejos de colores, luego, espejismos CULTURALES..
Hoy podemos mirarnos en los reflejos de Argentina mítica y despertar a la ancestral nación que hace siglos nos está esperando.



7/01/2015

Los otros himnos de las pequeñas argentinas y los Vicente López y Planes de comarcas



Sikuris Ancestral
Por Pedro Patzer
El canto siempre fue el biógrafo del corazón de nuestro pueblo, tanto es así que mientras los falsificadores de la historia nos contaban sus ficciones, Martín Fierro nos cantaba la historia de los de abajo: “Y atiendan la relación/ que hace un gaucho perseguido, / que padre y marido ha sido/ empeñoso y diligente,/ y sin embargo la gente/ lo tiene por un bandido” Del mismo modo, este país colmado de paisitos, no podría alcanzar todas las voces que conforman su voz interior, de no ser por los otros himnos nacionales, himnos que retratan las almas de esas pequeñas patrias, himnos creados por los otros Vicente López y Planes, por los autores de himnos de comarcas: ¿Acaso Guanuqueando no es el himno del paisito de la quebrada como Quimey Neuquén el himno del país del viento de los mapuches? ¿Será Llegando a Cuyo el himno de las patrias chicas escondidas en San Luis, Mendoza y San Juan? ¿Acaso El último sapucay es el himno de la comarca de los bandoleros sagrados? ¿Será El Antigal el himno de la patria de las ruinas calchaquíes y Vallecito el himno del país de los rezos pobres? ¿Acaso El arriero va es el himno del país de los caminantes? ¿Será Milonga Baya el himno de la patria de la sed y Apurate José el himno del país de los inundados? ¿Acaso Serenata para la Tierra de uno e Himno de mi corazón no son los himnos de las patrias de nuestra resistencia y nuestra ternura?
La Argentina tiene tantos himnos como patrias chicas, cada uno de sus paisitos presenta a su Vicente López y Planes, muchos de ellos célebres como Ricardo Vilca del país de la puna; Marcelo Berbel y Hugo Giménez Agüero de las pequeñas patrias de la Patagonia; los Tarragó Ros del paisito chamamecero; la Mona Giménez de la Córdoba obrera; Larralde el Vicente López y Planes de las patrias del horizonte como Pancho Cabral y Ramón Navarro lo son de los paisitos de la Chaya y el Pusllay, y por supuesto Atahualpa Yupanqui, el creador de los himnos de los paisitos secretos de esta Patria Grande. Sin embargo, hay Vicente López y Planes desconocidos, autores de los himnos de parajes y barrios. En el desierto de Lavalle, Mendoza, encontramos a Cacho, un trovador desconocido que le escribió una tonada a un viejo algarrobo que permanece de pie ante los constantes acechos del zonda. Su tonada es el himno de ese país del desierto de Lavalle. En Selva María, José es el Vicente López y Planes  del país de la selva formoseña, que compuso una Polka para vencer al Porá. En Cuchillo Co, provincia de La Pampa, Carlos, creó una milonga que se ha convertido en el himno de la patria de los salitrales; como en Lago Blanco, comarca de Chubut, Patricio urdió el himno del paisito del río Senguer, un canto en mapuche que abraza al espíritu indoamericano de sus pobladores. No podemos dejar de mencionar a Gabriela, la catamarqueña que creara una vidala chayera que pinta el alma de los habitantes de Las Juntas, ella es “La Vicente López y Planes” de dicha localidad.
Es conveniente decir, que las pequeñas patrias que conforman la Argentina, además de poseer los himnos que hemos enumerado y de sus respectivos “Vicente López Y Planes” también tiene himnos de patrias íntimas, himnos como el golpe de maíz en el mortero; como el legüero retumbando milagros en el misachico; como los ladridos nocturnos de los perros arrabaleros; como el chamamé en los andamios de los albañiles; como el otoño y sus cantatas naranjas en los patios; como el andar de la mula en la cuesta de la baguala; como el ronquido del rastrojero en la mañana de trabajo; como el traqueteo del tren que le devuelve sus latidos al pueblo; como el bufar de los barcos en el mar austral; como el sonido de los máquinas que son como el eco cultural del pueblo ypefiano; como la marcha cantada por Hugo Del Carril;  como la bombilla celebrando los países del mate; como un gol sonando en una pequeña radio de domingo.
Todos estos himnos no son entonados de pie en los patios de las escuelas, aunque ponen de pie al espíritu de sus patrias chicas

La cultura popular es el anticuerpo que siempre salva a la Argentina

por Pedro Patzer Aunque nos quieran convencer de que los ladrones de las melodías, de las vocaciones, de los más hermosos vínculos del human...