10/22/2010

Hombre de letras o letras para los hombres

“…pero el ángel no estaba/ lo perdí por la infancia, de la escuela a la casa, tiempo ayer...” escribió Ariel Petrocelli
Los poetas populares están más cerca de los “astronautas de trigales” que de los que hacen del mundo una oficina.
Ya pasaron semanas de la partida de Ariel Petrocelli, ya las cínicas (e incorrectas) lágrimas de tinta de los periódicos, se evaporaron. Ya las rezadoras guardaron sus rosarios y los burdeles de palabras abrieron sus puertas. Ya los sepultureros enterraron a otros tantos y las parteras recibieron a otros cuantos. Ya los mismos de siempre continuaron condenando a los condenados; ya otros se enamoraron y algunos siguieron sin hacer de su corazón un pájaro.
Y es ahora, cuando el espíritu del poeta regresa a su origen: a los pupitres de las espectrales escuelas de Cachi y a la cancillería de roca y coca de Seclantás. A la lluvia refrescando siglos de Antigales y al ángel descalzo desnudándose en su zamba.
Porque la obra de Petrocelli se sentiría presa en una biblioteca, se ahogaría en las tesis doctorales de las academias, porque el nacido en Campo Santo pudo cumplir la profecía de Homero Manzi: “El verdadero hombre de letras es el que hace letras para los hombres” Aunque Petrocelli hizo letras para los hombres y para los dioses, porque “el Tano” parecía comprender como nadie la mugre del ángel y la elegancia del harapiento, sabía que sin el monstruo no había princesa, entendía que su estilo era el remoto paisaje humano: la mirada del que huye sin saber que ha estado ,y, la mirada del que se queda sin saber que podría haberse ido.
¿En qué regresará Ariel Petrocelli? ¿En qué cancionero de sudor de obrero confundido con rocío? ¿En qué partitura de un silencio hecho por los músicos de la mudez del mundo, los egresados de ese conservatorio de pena y dioses clausurados? ¿En qué regresará este juglar salteño? ¿Vendrá en cada paso de descalzo? ¿Poblará de flores las heridas del nadie? ¿Hallará petróleo en la mirada vacía del hombre hundido en los fondos de la vida? ¿Volverá Ariel en los ladridos de los perros de terminales, en las valijas horrendas de los solitarios viajantes, en las redes rotas de los arcos de los potreros abandonados?
Petrocelli no era un poeta de la academia, tal es así, que fue omitido en la Antología de poesía del noroeste argentino del siglo XX publicada por el Fondo Nacional de las Artes. En realidad, este olvido es coherente con la obra de Ariel, Petrocelli era Doctor Honoris Causas de la pena estrellera de la baguala, de la universidad de la guagua de pan, de la congregación de las noches del ángel de alcohol, de la escuela de los hombres que saben que la muerte no los hallará muertos.

Pedro Patzer (publicado en http://www.boletinfolklore.com.ar/)

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