12/29/2010

LOS MERCADERES Y EL TEMPLO



Los mercaderes y el Templo

por Pedro Patzer

“Quitad de aquí todo esto y no hagáis de la casa de mi Padre casa de contratación” Jn 2:13-22, Jn 2:13-22
La lucha de los que mueren por una vida mejor, no empalidece ante una mayoría que arrastra su alma como cadáver (o la mantiene como pájaro encerrado en jaula de oro)
Los artistas más sutilmente salvajes son quienes procuran liberar al pájaro de la jaula de oro, tal vez son los que realmente comprenden la metáfora que Cristo urde al echar a los mercaderes del Templo.
¿Cuál es el Templo y quiénes son los mercaderes?
El Templo puede ser una canción, una copla, una idea, un amor, una acción, una vida.
Los mercaderes aquellos que hacen de una canción, una copla, una idea, un amor, una acción, una vida, un producto sujeto a cambios circunstanciales, modificaciones que siempre atentan contra la esencia misma de estas cosas (y que habitualmente responden a intereses o especulaciones de corazones cobardes y ambiciosos)
El Templo es el origen: la necesidad de cantar, de reconocer el espíritu en una copla, de celebrar el pensamiento en una idea, del consagrar el corazón a un amor, de materializar un ideal en una acción, de alcanzar la vida en vida.
Los mercaderes son alquimistas al revés: de la canción hacen una mercancía, de la copla, un slogan publicitario; de una idea, una herramienta flexible (que puede justificar cualquier cosa); de un amor, una lotería rutinaria (donde siempre apuestan las fichas de menor valor); de la acción, un movimiento dirigido por los estudios de mercado o por los abogados especializados; y de la vida hacen lo que harán con su muerte: una reunión de escribanos y socios, de lágrimas que sólo merecen pañuelos descartables, de testamentos modificables según las convenientes circunstancias.
Es necesario que los artistas reflexionen acerca del Templo: un niño que dibuja pájaros en las tardes provincianas, no necesita que nadie venga a decirle de qué color debe pintar su cielo.
El Templo es volver a la pregunta, al asombro, a contemplar todo por primera y última vez

12/20/2010

EL TURISTA Y EL PAISAJE


El turista y el paisaje

por Pedro Patzer

“Si no se vive como un hombre/ junto a todos los hombres/ uno es un turista de este mundo/ fotografiando los paisajes” – escribió nuestro Hamlet, el Lima Quintana.
El turista mantiene una relación frívola con el paisaje, coloca en él todas las travesuras que en su ciudad inmóvil no se anima a desatar: ve en el crepúsculo del mar o en la noche de los cerros la íntima revolución, que sólo en las vacaciones se permite añorar.
Al gran paisaje lo omite a diario, cuando lejos de sus vacaciones, vive haciendo turismo en la existencia, poblando trajes hechos a la medida de su nausea, habitando sólo idiomas de este mundo (reconociéndose analfabeto de las lenguas de los otros mundos) pagando puntualmente el impuesto de lo que lo mata, siendo un atleta más del cotidiano maratón de la vulgaridad.
“Hay tan poca gente que ame los paisajes que no existen” – advierte el poeta Fernando Pessoa, para que los administradores de lo literal rezonguen y pregunten: ¿Cómo se ha de amar un paisaje que no existe? Y es justo el momento donde los millonarios de coplas y canciones se tornan revancha (de los paisajes latentes que acechan a los que no precisan que el gerente de recursos humanos les firme la autorización para ser por quince días hábiles: hombres libres) y aparecen con sus imágenes sabias:
“Mi copla tiene un paisaje” - denuncia Yupanqui, y lo complica todo: Ya bastante atormentados estaban los señores de lo literal con el tema de amar los paisajes que no existen, para que ahora Atahualpa confiese que su copla tiene un paisaje propio.
- “¿ Y cómo sé yo cuál es mi copla?” - se preguntan los correctos turistas, y alguien podría pensar en los relojes que siguen dando la hora en las casas abandonadas, o las viejas muñecas de las ancianas niñas que murieron hace mucho tiempo. Sin embargo, es el íntimo paisaje el que nos ayuda a descubrir cuál es nuestra copla: ¿Es el mariscador el que contempla el Paraná o es el río con sus ojos de barro quien espía a este obrero de las orillas? ¿Es el surero el que utiliza al horizonte como su música secreta o es el horizonte quien usa al hombre de llanura como su instrumento de nostalgias? ¿Es el minero el que se hunde en la oscuridad de la tierra o es la ceguera del mundo la que escruta al profesional de lo hondo?
El que trasciende el estadio de turista frente al paisaje, es aquel que hace como el carpintero ante las tablas, como el pintor ante la tela en blanco, como alfarero ante la quietud del barro, como el amante ante el cuerpo de la amada
PUBLICADO EN www.boletinfolklore.com.ar

12/07/2010

Entre La Matanza y Santos Lugares

Entre La Matanza y Santos Lugares
Por Pedro Patzer
Entre la rebanada de pan y las manos vacías; entre el primer alarido de recién nacido y el último suspiro del moribundo; entre el tren desperezando caminos y los días del inmóvil; entre la misma lluvia que contempla el niño y el anciano; entre el perro buscando el otro hueso y el hombre domesticado; entre el desierto y las flores artificiales ; entre el trámite y el milagro; entre los que cuentan astros y los que en los hipódromos juntan las monedas de su agonía; entre los que construyen ataúdes y los que hacen naves; entre los que se creyeron su nombre y los que aprendieron a llamarse como lo que los asombra; entre escribanos de los testamentos y poetas de los manifiestos; entre los que propagan la peste y los que esparcen la semilla; entre los que redactan el manual de la vida y los que viven (como el corazón manda); entre los que en la madera hallan fuego y los que encuentran la guitarra; entre los que estudian la lección y los que hacen la Historia; entre los que callan la aurora y los que transcriben la partitura del pájaro; entre los que se atan al mástil y los que se dejan enloquecer por el canto de las vidaleras; entre los que se creen del tercer mundo y los que a diario conquistan un nuevo mundo; entre los que niegan el día y los que se embriagan con rocío; entre los escépticos del lengua y los que siguen rezando coplas; entre los manjares crepusculares de los mendigos y el hambre nocturno de los ricos; entre los que cantan para el éxito y los que cantan para no morir; entre el Diablo del carnaval y el Dios de los cerros; entre el Pampero y el Zonda; entre la congoja de la tonada y la nostalgia del tango; entre los tesoros que el mariscador recoge a orillas del Paraná y los residuos del mundo que el cartonero junta en la calle Florida; entre la barbarie civilizadora de Sarmiento y la mazorca de Rosas; entre los caídos y los que viven de pie; entre las catedrales y las salamancas; entre los burdeles y los museos; entre los niños que repiten las tablas de multiplicar y las rezadoras que entonan alabanzas; entre el chagas y el latir del legüero; entre el romance del río seco y el cancionero de los inundados; entre los corredores de bolsa y los pibes que militan en la villa; entre La Matanza y Santos Lugar

11/17/2010

EL SILENCIO

El silencio

por Pedro Patzer

Dejame que me calle con un silencio tuyo – escribió Neruda. Y es cierto: ¿quien no quisiera poblar el silencio de ciertos espíritus?
¿Qué aullidos de continentes socavaron los silencios de San Martín y el Che? ¿Qué vientos de otros mundos interpelaron al silencio del último resero?¿Qué alarido de comarcas habitó el silencio de Mercedes Sosa? ¿Qué árbol creció en el silencio del viejo hachero?¿Qué chacarera cósmica enloqueció al silencio de Chazarreta? ¿Qué secreta melodía de los días irrumpe en el silencio de los moribundos? ¿qué sinfonía de cóndor y abismo puebla el silencio de la coplera vallista? ¿Qué paisaje insiste en el silencio del hombre en el calabozo? ¿Cuántas monedas de soledad caben en el silencio del mendigo? ¿Cuántas plegarias de agua soporta el silencio del habitante de la sequía? ¿Cuántas canciones de piedra y polvo persisten en el silencio del minero? ¿Cuántas ecos de los otros bullicios invaden al silencio del baqueano? ¿Cuántas aguafuertes de los caminos se componen en el silencio de los descalzos? ¿Cuántas lecciones de Historia soporta el silencio del herido de bala? ¿Cuántas parábolas y poemas resisten el silencio del pan que falta? ¿Cuántos anónimos mártires de esta América desprecian el inhumano silencio de la estatua?
Nos enseñan a hacer música, a leer y a escribir, a bailar, a boxear, a trabajar, a tener una mascota; nos anestesian, nos dan un número de identidad, nos ponen nombre, un estado civil, nos imponen un Dios, un paraíso y un infierno, una cultura, una idea del bien y el mal, unos impuestos que pagar, una condena que cumplir, unas reglas del juego que respetar, sin embargo nadie se preocupa por enseñarnos a sumergirnos en el silencio. De niños nos enseñan el abecedario mas nunca el lenguaje del silencio, su gramática de altos corazones, sus verbos de viejos sabios contemplando el confín, sus rimas de pájaros nocturnos, sus manuales de polizones del gran ruido del mundo.
El silencio muchas veces ha sido bastardeado, de hecho, en las épocas oscuras de nuestro país, el silencio fue sinónimo de temor y complicidad: “El silencio es salud” repetían los represores.
Al silencio también se lo asocia con la soledad, Yupanqui decía : “Le tengo rabia al silencio/ por lo mucho que perdí/ que no se quede callado/ quien quiera vivir feliz” Romildo Risso, en Los Ejes de mi Carreta, sentencia: “No necesito silencio. Yo no tengo en qué pensar”
Debemos recuperar la idea sagrada del silencio, transitar sus parajes reflexivos, sus arrabales de ausencia y sabiduría, hallar los mapas de sus tesoros, esos que no son otra cosa más que las canciones existenciales que arrastramos por esta ruidosa travesía. Quién no conozca la verdadera dimensión de su silencio, jamás alcanzará la auténtica naturaleza de su palabra.


PUBLICADO EN www. boletinfolklore.com.ar

11/07/2010

LAS ALMAS




Las almas . Por Pedro Patzer
Para estos días tan tristes

“El nacimiento de las almas, es un secreto del abismo” – escribió el poeta Víctor Hugo.

¿De dónde vendrán las almas: de los antiguos cantos ceremoniales o del primer fuego que el ancestral hombre encendiera en medio de la oscuridad? ¿de qué misterio nacerán las almas: serán hijas del primer rumor del mar, del primer otoño del planeta, de la primera vez que un hombre se sumergiera en los ríos de una mujer? ¿De qué material estarán hechas las almas: telarañas o nubes, vestidos de novias o vendajes de momias, cardones o piedras? ¿Qué huracanes o brisas desatarán las almas, para encarnar seres tan diversos: Judas y Cristo; tiranos y profetas; mediocres y revolucionarios; genocidas y redentores, burócratas del día y artesanos de lo eterno?

¿Serán las almas, las estrellas escondidas que llevamos dentro del secreto cielo que somos cuando amamos, pintamos, cantamos, escribimos, reímos, lloramos, morimos?

¿Serán las almas esos payasos de luz que juegan en la oscuridad, cada vez que cerramos los ojos? ¿Serán las que “amarillan” las viejas fotografías, las que nos hacen tropezar con Dios y la nada, las que hacen del vino, el agua de la sed eterna del desesperado?

¿Los ecos de que cantos resuenan en las almas: serán los alaridos del milenario pastor en busca de sus ovejas, serán las plegarias de los hombres originarios de esta tierra que rezaban antes de que el dios oficial llegara a esta América?

¿Quién podría negar el alma? – ingenuamente me pregunto, como si no viera al mundo: a los que se burlan de los muertos (muertos que nacen en el corazón del pueblo); a los que buscan en los templos aquellas cosas que deberían encontrar en los ojos del niño pordiosero; a los mercaderes de la existencia, a los ladrones de las ilusiones, a los resignados, a los que niegan el milagro humano y envejecen esperando el milagro divino.

Pienso en las almas, y los artistas aparecen: Antonio Berni retratando el alma en los ojos de Juanito Laguna; Suma Paz alcanzando, en milonga, el alma de la llanura; Marcelo Berbel desnudando en verso el alma del viento patagónico; Nohién cantando el alma wichi del Pilcomayo; Sixto Palavecino representando el alma de los quichuistas.

Sólo quedan las almas: quién no aprenda el lenguaje de su alma, está condenado a ser eternamente el idioma de los otros, el alfabeto de la nada.

11/01/2010

Un flaco desgarbado, un pueblo hermoso

La realidad se ha cansado de mostrar héroes hermosos, rostros de revolucionarios mirando bellamente a la Historia.
Y de repente un flaco desgarbado, de movimientos torpes, de dicción particular, vino a ser el más lindo de los feos, vino a construir un puente,aquí, al lugar donde sólo parecía se levantaban muros. Aquí donde la política había desterrado de su discurso a la palabra pueblo como la poesía había exiliado de su arte a la palabra corazón. “Vecino, gente, ciudadano” - decían, porque la palabra pueblo se les resistía a sus bocas. Entonces, llegó un “seseoso” , parecido al rumor confuso de esos tiempos.
El más importante ejemplo que ha dejado este larguirucho patagónico, ha sido que para cambiar la historia no hace falta parecerte al héroe canónico, sino más bien parecerte a la irreverencia del desesperado, al latir del corazón chagásico, al andar del descalzo.
Un periodista que siempre se esfuerza por ser creativo, aunque hace mucho las musas lo echaron de casa, dijo que la Argentina quedaba en el culo del mundo.
A este filibustero de la realidad, habría que señalarle que los que iniciaron la cartografía, los que hicieron los mapas del mundo, nacieron en el norte. Por eso según el mapa del mundo, todo empieza en el norte.
Nunca pensaste que desde el espacio las cosas se ven desde otro lugar, que si empezáramos el mapa del sur, no sería un error, sería un simple acto de justicia.
Este flaco desgarbado, que nos acaba de dejar, hizo, como nadie lo había hecho, que el pueblo reconsiderada el mapa de su corazón, en el sur: Evo Morales, Rafael Correa, Hugo Chávez, Lugo, Bachelet, Mujica, Lula, todos unidos en el mismo abrazo, aquel abrazo que Pablo Neruda una vez nombrara como Canto General:

DEJO a los sindicatos
del cobre, del carbón y del salitre
mi casa junto al mar de Isla Negra.
Quiero que allí reposen los maltratados hijos
de mi patria, saqueada por hachas y traidores,
desbaratada en su sagrada sangre,
consumida en volcánicos harapos.
Quiero que al limpio amor que recorriera
mi dominio, descansen los cansados,
se sienten a mi mesa los oscuros,
duerman sobre mi cama los heridos.
Hermano, ésta es mi casa, entra en el mundo
de flor marina y piedra constelada
que levanté luchando en mi pobreza.
Tu vienes de abrasados corredores,
de túneles mordidos por el odio,
por el salto sulfúrico del viento:
aquí tienes la paz que te destino,
agua y espacio de mi oceanía.



Pedro Patzer

10/28/2010

Pueblo y corazón: dos palabras, un destino

Pueblo y corazón: dos palabras, un destino
por Pedro Patzer

“El corazón de mi pueblo es una rosa fragante/ es un arado en la aurora, fuerza y vida en todas partes/ es una antorcha de soles/ es barro de los horneros, es la artesana paciencia del albañil y el herrero” - escribió Mario Carrero, para que lo cantara Alfredo Zitarrosa.
Hubo un tiempo en que la política desterró de su discurso a la palabra pueblo y en que la poesía exilió de su arte al término corazón: ¿Se puede hacer política sin el pueblo? ¿Se puede hacer poesía sin el corazón? La poesía es el corazón del pueblo, el pueblo es el corazón de la política.
Ningún diccionario indica que la palabra pueblo es sinónimo del vocablo corazón, como ninguna escuela jamás enseña a atravesar con dignidad la tristeza del anochecer de domingo, o devela el nombre exacto del hombre barbudo que siempre aparece retratado en alguna nube.
Que la poesía haya dejado a un lado al corazón, es tan insólito como si el sistema solar negara el protagonismo natural del sol. También es cierto, que muchos fariseos de las letras quisieron hacer de la poesía un objeto exclusivo, sólo para entendidos, y la traficaron en el mercado negro de las palabras. La poesía como objeto de lujo no necesita corazón; la poesía como arma de los desesperados, requiere fundamentalmente del corazón. El corazón es el pan del poema de los afiebrados, el corazón es el agua de las palabras de los sedientos, y el poeta es el biógrafo del corazón humano.
Lo mismo con el término pueblo. Hay políticos (o facinerosos que se hacen llamar políticos) que jamás conseguirán alcanzar la palabra pueblo. Ellos lo saben, por eso la reemplazan por los términos: gente, ciudadanos o vecinos. ¿Se imaginan a un líder revolucionario arengando a los “vecinos”? El vocablo pueblo huele a las ollas herrumbrosas, a hachas desdentadas, a mesas desnudas, a guitarras impacientes y cajas desesperadas.
Las palabras pueblo y corazón han caminado juntas desde que el espíritu humano alcanzara el lenguaje:
El vocablo "corazón" aparece 873 veces en la Biblia, muchas de ellas aliada al término pueblo:
“Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí” (Mateo 15:8)
Homero describe en La Iliada: “Aquiles convocó al pueblo al ágora: se lo puso en el corazón”
Shakespeare en Julio César, le hace decir a Bruto: “¿Sabéis hasta qué punto puede conmoverse el pueblo con sus palabras? ¡Mí corazón está ahí, en ese féretro, con César...”
La cultura popular se ha encargado de difundir esta alianza entre las palabras pueblo y corazón: “Oigo las voces del pueblo que cantó mejor que yo” escribió Yupanqui, el mismo que urdiera: “Lo que dentra a la cabeza/ de la cabeza se va .Lo que dentra al corazón se queda y no se va mas...”
Rafael Amor, le habla al pueblo cuando afirma: “Te han sitiado corazón y esperan tu renuncia/ los únicos vencidos corazón, son los que no luchan”
Juan Gelman, en su célebre libro Gotán, advierte : “abrió el pecho y sacándose/ los alrededores de su corazón,/ agitaba violentamente a una mujer,/ volaba locamente por el techo del mundo/ y los pueblos ardían, las banderas”
El imprescindible Neruda, en su Canto General, sentencia: “Está mi corazón en esta lucha. Mi pueblo vencerá”
Cuando una sociedad le teme a las palabras pueblo y corazón se vuelve parecida a sus miedos: comienza a justificar la muerte de su ángel; contribuye, con un párrafo más, a la carta suicida del mundo; coloca las fajas de clausuras del horizonte; multiplica a los predicadores de la vida chiquita, suma otro alarido al oscuro rugido de la Historia.

10/22/2010

Hombre de letras o letras para los hombres

“…pero el ángel no estaba/ lo perdí por la infancia, de la escuela a la casa, tiempo ayer...” escribió Ariel Petrocelli
Los poetas populares están más cerca de los “astronautas de trigales” que de los que hacen del mundo una oficina.
Ya pasaron semanas de la partida de Ariel Petrocelli, ya las cínicas (e incorrectas) lágrimas de tinta de los periódicos, se evaporaron. Ya las rezadoras guardaron sus rosarios y los burdeles de palabras abrieron sus puertas. Ya los sepultureros enterraron a otros tantos y las parteras recibieron a otros cuantos. Ya los mismos de siempre continuaron condenando a los condenados; ya otros se enamoraron y algunos siguieron sin hacer de su corazón un pájaro.
Y es ahora, cuando el espíritu del poeta regresa a su origen: a los pupitres de las espectrales escuelas de Cachi y a la cancillería de roca y coca de Seclantás. A la lluvia refrescando siglos de Antigales y al ángel descalzo desnudándose en su zamba.
Porque la obra de Petrocelli se sentiría presa en una biblioteca, se ahogaría en las tesis doctorales de las academias, porque el nacido en Campo Santo pudo cumplir la profecía de Homero Manzi: “El verdadero hombre de letras es el que hace letras para los hombres” Aunque Petrocelli hizo letras para los hombres y para los dioses, porque “el Tano” parecía comprender como nadie la mugre del ángel y la elegancia del harapiento, sabía que sin el monstruo no había princesa, entendía que su estilo era el remoto paisaje humano: la mirada del que huye sin saber que ha estado ,y, la mirada del que se queda sin saber que podría haberse ido.
¿En qué regresará Ariel Petrocelli? ¿En qué cancionero de sudor de obrero confundido con rocío? ¿En qué partitura de un silencio hecho por los músicos de la mudez del mundo, los egresados de ese conservatorio de pena y dioses clausurados? ¿En qué regresará este juglar salteño? ¿Vendrá en cada paso de descalzo? ¿Poblará de flores las heridas del nadie? ¿Hallará petróleo en la mirada vacía del hombre hundido en los fondos de la vida? ¿Volverá Ariel en los ladridos de los perros de terminales, en las valijas horrendas de los solitarios viajantes, en las redes rotas de los arcos de los potreros abandonados?
Petrocelli no era un poeta de la academia, tal es así, que fue omitido en la Antología de poesía del noroeste argentino del siglo XX publicada por el Fondo Nacional de las Artes. En realidad, este olvido es coherente con la obra de Ariel, Petrocelli era Doctor Honoris Causas de la pena estrellera de la baguala, de la universidad de la guagua de pan, de la congregación de las noches del ángel de alcohol, de la escuela de los hombres que saben que la muerte no los hallará muertos.

Pedro Patzer (publicado en http://www.boletinfolklore.com.ar/)

10/19/2010

Todos los caminos, el camino


“…y prendido a la magia de los caminos, el arriero va…” escribió Yupanqui.
Los caminos tienen su elenco estable de piedras y pájaros, de obreros del horizonte y jefes de un silencio que muy pocos hombres saben pronunciar. Tal vez por eso la verdadera medida del alma de un pueblo, es sus caminos.
Los caminos delatan los diversos paisajes espirituales del país: la geografía de la ronca caja de Gerónima Sequeida (caja donde los huesos y los cantos ancestrales de los originales ángeles de los valles) y del Kultrún de los mapuches (tamborcito donde el volcán y las estrellas, hacen sucumbir al cielo patagónico)
Los caminos le ponen ritmo a la soledad del pampeano: ¿Acaso no es la huella un manifiesto de soledad planetaria, acaso la milonga no es una muestra del paso lento y cansado de los descalzos? “…mirando el camino pensarás en mí…” anuncia la Milonga del que se ausenta. Los caminos son las memorias de la distancia: “Se levanta en el cerro/ la voz doliente de la baguala/ y el camino lamenta ser el culpable de la distancia” (Camino del Indio, don Ata) Los caminos sienten nostalgias por la cartografía humana desaparecida: la marcha de los antiguos carros, el andar de los auténticos caudillos y sus soldados que con sus fusiles de seis cuerdas, entonaban cielitos y triunfos.
Dicen los monjes budistas que su tarea es estar siempre en el camino, los máximos poetas que se internaron en los bosques o en las heridas del mundo, siempre han concluido que en el camino está la finalidad de la vida: “Caminante no hay camino, se hace camino al andar” (Antonio Machado)
Los caminos engendran leyendas: La Difunta Correa (metáfora de la sed de los caminantes); el espectro errante de Santos Vega, por los caminos (alegoría del gran canto de los vencidos); las ermitas al Gauchito Gil (los verdaderos templos de los descalzos); la inalcanzable Ciudad Esteco (siempre en la senda hay una ciudad escondida, una capital del gran misterio)
Los caminos también fecundan tragedias: ¿Cuántos artistas se han ido en ellos? Tamara Castro, Jorge Cafrune, Hernán Figueroa Reyes, entre muchos otros.
En los caminos están las respuestas a las preguntas que siempre nos hemos hechos o quizás nunca: Roberto Chavero comenzó a llamarse Atahualpa Yupanqui en los caminos; Ricardo Neftalí Reyes Basoalto empezó a nombrarse Pablo Neruda en los caminos; Martín Fierro y el Quijote comenzaron a ser eternos en los caminos.
Los caminos sólo se modifican por los caminantes: Seclantás no es el mismo después de Ariel Petrocelli; Hualfín y Corral Quemado, no son lo que eran antes de que Jaime Dávalos los hiciera Zamba; Monteros no es igual, luego de que lo cantara Mercedes Sosa
Cuantos más caminos acumulemos, a más lugares, de nosotros mismos, habremos llegado

Pedro Patzer (publicado en http://www.boletinfolklore.com.ar/)

10/12/2010

EL LADO MÁS PÁJARO DEL ALMA


"El lado más pájaro del alma” – escribió Tejada. ¿En qué nido de nuestras pasiones, de nuestros misterios, de nuestros silencios, descansa esta ave secreta? ¿Qué oculto bosque elige, qué cosas canta? “Al pájaro se lo interroga con su canto” advirtió la poeta pampeana Olga Orozco ¿Dentro de cuántos pájaros encontraremos nuestro canto? – podríamos responderle a Olga, si no nos interrumpiera el poema nacional: “como el ave solitaria con su cantar se consuela” Según León Felipe, “el poeta cuenta su vida primero a los hombres; después, cuando los hombres se duermen, a los pájaros”
Los pájaros median entre el cielo y la tierra, se burlan de la rígida estatua y del moderno edificio, del barco muerto y de los escombros de las pasiones humanas: llenan de vida la lápida y de alegría al jardín del hospital, se le atreven a los patios de las cárceles y a los campos minados. Por eso es que intentamos hallar el lado más pájaro del alma: “Vuelo y no vuelo pero canto: soy el pájaro furioso/ de la tempestad tranquila” se autorretrata Neruda, el que se hacía llamar “poeta provinciano pajarero”, porque si se le pudiera preguntar a los pájaros que les hubiera gustado ser, de no haber sido aves: poetas, responderían sin dudarlo. Y es lógico, entre los poetas y los pájaros hay una camaradería, tan estrecha como la del perro y el mendigo. Los poetas traducen el lenguaje de los pájaros: “el pájaro que vuela en mi voz” sentencia Juan Gelman “y como sílabas negras, las golondrinas/ dicen adiós, dicen adiós” advierte Jaime Dávalos; “Garzas viajeras, novias leves del azul”, devela Aníbal Sampayo, dejando sin chances a los otros colores, que también pretenden a este pájaro. Antonio Esteban Agüero, no sólo que escribe “cementerio de pájaros”, sino que se atreve a postular a la cigarra como ave: “Yo proclamo que es ave verdadera/ mal que te duela, torpe Zoología/ no canta, acaso, di ¿no se gloria de ser una criatura volandera?”
Y qué diferencia hay entre un pájaro y un ángel: el pájaro se parece al obrero del puerto, al vagón abandonado entre la hierba, al músico callejero, al niño pordiosero; aunque también al enamorado y al atleta; en cambio el ángel es más inaccesible, nunca huele a establo o a sexo, más bien a templo, a adorno dorado, a cielo para algunos.
El lado más pájaro del alma, dijo Armando Tejada Gómez y podríamos pasarnos una vida intentando alcanzar esa zona de uno mismo, aunque la flor que envejece en el libro, y el sol que rejuvenece el rostro del anciano, y la vida que parece reiniciar el juego cada vez que un poema, que un abrazo, que una copa de vino, que una utopía, que un Peteco Carabajal enciende su canto: Las manos de mi madre/ parecen pájaros en el aire/ historias de cocina/ entre sus alas heridas de hambre.

Pedro Patzer


9/30/2010

La Canción desesperada


La Canción desesperada

Por Pedro Patzer

“Quien quiera ver la luz, que empuñe una canción y despierte” escribió Hamlet Lima Quintana. Pero, ¿cómo se empuña una canción? Tal vez, de la misma forma en que se lee la canción desesperada del veinteañero Neruda: “En ti se acumularon las guerras y los vuelos/ De ti alzaron las alas los pájaros del canto”

¿Qué es una canción desesperada? ¿La vida misma? ¿Tiene la canción desesperada el linaje de nuestras muertes asistidas y nuestras cesarías, de nuestras derrotas y nuestras victorias, de nuestras profesiones y nuestros fantasmas? ¿Retrata a esa estéril costumbre del hombre de jugar a las escondidas con el abismo? ¿Será la misma secreta canción humana que desde el bíblico Cantar de los Cantares a esta parte seguimos buscando?

Quizás la canción desesperada sea, lo que Yupanqui denominaba el canto del viento: “Toda la verdad cantada o llorada por los hombres, los montes y los pájaros van a parar a la hechizada bolsa del Viento” o puede que sea la canción insurgente en la que Horacio Guarany les contesta a los carceleros de lo popular: “mi canto se hace grito, porque el canto me ha quedado pequeño en la garganta /yo traigo el grito de aquel que no ha podido gritar/ que lo que gana no le alcanza” Tal vez, la canción visceral a la que Armando Tejada Gómez adhiere: “toda la sangre puede/ ser canción en el viento” o aquella necesaria que Teresa Parodi proclama: “La canción es urgente, es un río creciendo, una flecha en el aire, es amor combatiendo”

Mariana Carrizo, bagualera de los valles Calchaquíes, retoma la idea de la canción desesperada, cuando dice: “Yo canto para despertar a los cóndores” y sin saberlo Mariana, hace una especie de manifiesto de la baguala desesperada, casi correspondiendo al poeta León Felipe: “Y ésta es la canción del destino, que tampoco olvidan las estrellas” El juglar pampeano Juan Carlos Bustriazo Ortiz, crea una canción agónica, crea la Canción de la sed paisana: “La procesión socarrada/ piensa en el agua soñando/ ningún canto, ningún rezo/ sólo la sed en los labios”

Y no podemos dejar de mencionar al poema nacional: Martín Fierro, la canción desesperada que hace jugar en primera a la Literatura argentina (porque irónicamente nuestra Literatura ha sido jerarquizada por una canción desesperada)

Podríamos dar otros ejemplos de canciones desesperadas: Discépolo escribiendo: “¡Soy una canción desesperada que grita su dolor y su traición...!” o vidalas urgentes a orillas de ríos y selvas, chacareras nacidas del canto hondo del espíritu montaraz, décimas improvisadas por los hijos de Santos Vega, sin embargo todo gira en derredor de lo mismo: la angustia de llevar dentro de una garganta humana, una canción inmortal; la necesidad desesperada de cantar para perturbar al ancestral silencio de los dioses.

Pedro Patzer (publicado en www.boletínfolklore.com.ar)

9/02/2010

La próxima Primavera


La flor secreta del espíritu, reclama su rocío/

las viejas primaveras ya no consiguen reverdecer el hondo canto del pétalo/

es cuando el jardín alcanza la sabiduría/

es cuando la flor comprendeque debe ser parte de la próxima primavera


Pedro Patzer

8/26/2010

Íntima catástrofe

Íntima catástrofe la de vivir , esperando nacer;

cotidiano Apocalipsis el de habitar

la vulgar resignación de la especie,

caminar sobre tumbas y entender

que los artistas tienen razón:

hay más hombres bajo tierra, que sobre ella,

entonces: ¿qué color, qué palabra, qué canto

nos quitará la sombra? ¿Qué luz humana derrotará

la oscuridad que media entre dios y el fantasma?

¿dónde empieza el hueso a ser parte del cielo?

¿dónde comienza el alma a ser alarido animal?


Pedro Patzer

6/07/2010

LOS EDUCADORES


Encierran a los presos en la celda
a las palabras en los diccionarios
a la Literatura en la academia
a los ilustres en las enciclopedias
al arte en el museo
a los dioses en los templos
a los muertos en el olvido
a los distintos en la indiferencia
al pasado en los amarillos
al mendigo en los perros
al Quijote en la Locura
a los enfermos en el azul
a los sueños en el psicoanálisis
a la lluvia en el paraguas
a los barcos en las botellas
a la venganza en la pólvora
al hombre en la historia
al Espíritu en la razón.

PEDRO PATZER

5/24/2010

la vieja broma

Hace siglos que la Mona Lisa se ríe

de lo mismo,

y la mayoría, todavía, no ha entendido la broma,

ni comprendido, aún, las llagas del crucificado,

ni el veneno en la lengua del griego,

ni siquiera el idioma que empieza

en la costillas del hambriento

y acaba con el mundo.

Y es porque sólo se alimentan de la ambrosía más vulgar,

se quedan con la parte más mediocre de la inmortalidad,

y son como el perpetuo escribano, que desde el primer atardecer,

registra el paso del crepúsculo por la vida,

sin que los colores de su fantasma, evolucionen

pedro patzer

4/24/2010

Extrañeza

Nunca la extrañé por lo que se suponía eran sus grandes cosas.

Más bien la echo de menos por su manera de tomar té, o de estornudar,o quizás también, por la forma en que colaba los fideos.

Sólo uno ama, verdaderamente, lo que se supone no es amable: La miopía que le impedía distinguir entre un taxi o un patrullero;o sus tartamudeaos cada vez que me mandaba al carajo.

Pedro Patzer

4/19/2010

El llamado del Río


Todavía me siento padre, del río que vi cruzar aquella vez,
permanece en mí, su rumor de horizontes, su adolescencia de agua
aún me preguntó: ¿dónde estará ese río? ¿Se habrá hecho sed?
¿Qué descalzo lo habrá atravesado?

¿Qué herida habrá dejado el vino humano en su lecho?
El río sigue aconteciendo en mi conciencia, y siento que a veces me llama


Pedro Patzer

2/27/2010

LA POESÍA

Tal vez nuestra tarea sea la de habitar esa zona que existe entre lo real y lo imaginario, entre lo ideal y las cosas. Salir de la caverna, dejar de ser un mero contemplador de las sombras de la realidad, requiere que estemos dispuestos a aprender ese idioma secreto que media entre el cuerpo y el espíritu, entre lo que se debe y lo que se es, entre lo que nos dijeron que era la vida y entre lo que estamos dispuestos a aprender que es.

La primera vez que nos dijeron “esto es”, nos quitaron la posibilidad de ser “parte de eso”, nos pusieron límites, nos excluyeron, nos hicieron extranjeros a eso. Así, rápidamente nos hicieron aprender que no éramos parte del árbol, ni del viento, ni del río escondido en la montaña.

La poesía desautoriza a esa primera orfandad y nos devuelve a esa misteriosa identidad: en el poema somos pájaros, eclipse y por qué no, dioses.

Por lo tanto, la poesía nos otorga la posibilidad de reiniciar el juego de la contemplación de la existencia, de construir con los escombros del ser, de aprender a nacer en la metáfora

PEDRO PATZER, FEBRERO DE 2010, BS.AS

2/21/2010

brisa de mí


Poner en caos este orden de moribundos, esta elegancia

de mundo harapiento, esta corrección de dueño de burdel.

Buscar las llaves de lo que me enseñaron no era una puerta,

entregarse al lado desconocido de nuestro destino, tutearnos con el iiiiiiiiiiiinfinitooooooooooooooooooooooo

Responder a la llamada del desierto que fuimos

Y del océano que podremos ser

Asistir a los funerales de la vida oficial

Ser testigos del nacimiento del mundo en la otra hora

NO SERÁ FÁCIL!!!!!!!!!!

La mayoría ha sido entrenada para envejecer, para nunca hallar su alarido.

Los conquistados nos enseñaron que sólo se puede rezar en el idioma propio, debemos encontrar la manera de vivir en nuestra voz,

De parecernos a nuestra secreta aurora

Pedro Patzer

2/07/2010

Oxímoron


Mis educadores me han enseñado a ignorar (me)

los inmóviles profesores de geografía

los callados maestros de lengua

los inamovibles historiadores

mis profetas a no creer (en mí)

las plegarias de memorias

el infierno ante la conciencia

las cruces de oro entre desdentados

mis versos a callar(me)

la palabras no logra empezar ante el movimiento del alma

la locura no respeta las normativas gramaticales

apenas él murió, le sacaron el acento, y el sólo quedó hecho un artículo de lo que fue

mis silencios a escuchar (los otros mundos)

en el faro que prosigue titilando aunque ninguna nave transite su costa;

el nombre del que acaba de morir, el nombre del que acaba de nacer;

los meses que el diciembre y el jazmín padecen el misterioso exilio

PEDRO PATZER, 2010

2/03/2010

porvenir


Qué cómo y cuándo nace el porvenir,
una muchacha desnuda pregunta en mi recuerdo,
y uno no sabe si el recuerdo es el comienzo del poema,
o el final de una infancia del alma



Pedro Patzer

1/07/2010

Soy Kitsch


Que se funde la escuela del canto de las sirenas,
que se invente la vacuna contra las tiranías,
que se dan a la fuga los ladrones de auroras (de las mujeres que siempre serán ajenas)
Que los escritorios se rebelen y vuelvan al árbol,
que los cielos se nieguen a los ventanales de las oficinas,
que los tatuajes de los marineros embriaguen de verde a las nieblas del Riachuelo.
Que los ahorcados se burlen de las corbatas, que los poetas derroquen a los monumentos,
Que el pan brote de la alegría como el vino de las heridas, que el paisaje amanezca en tu boca
Que en los cuarteles se prohíban los inviernos, que en los monasterios comiencen las primaveras
Que los peregrinos no necesiten llegar nunca, que la memoria mejore al recuerdo de mañana
Que podamos pisar descalzos el día, como si anduvieran, otra vez, desnudos los caminos.
Pedro Patzer

La cultura popular es el anticuerpo que siempre salva a la Argentina

por Pedro Patzer Aunque nos quieran convencer de que los ladrones de las melodías, de las vocaciones, de los más hermosos vínculos del human...