3/07/2008

QUE TODA AMÉRICA HABLE EL MISMO IDIOMA

Que toda América hable el mismo idioma, el alfabeto del inca y de la Pachamama; el de Los Caribes y las frutas insurrectas de la selva; el de los Macondos y los Comalas; que el continente decida su destino, que la hermandad sea el horizonte, y los latinoamericanos criaturas del porvenir; reclamémosle al futuro paz entre hermanos, somos el mañana de la dignidad, somos la América descalza que ahora comienza a caminar hacia la historia.

Venezuela, Ecuador y Colombia, ¿Acaso no fueron una misma nación, aquella Gran Colombia fundada en 1819, ese territorio de espumas y volcanes, de Gabriel García Márquez y Rómulo Gallegos; de Antonio José de Sucre y Simón Bolivar?
no comparten el sabor de la arepa? ¿Acaso el sol del caribe no esculpe con su intensa luz las bembas de sus mujeres? ¿Acaso no los une el sonido de aquella arpa legendaria, que despertara la envidia de los viejos ángeles? ¿Acaso los tres países no llevan en su rico vientre, el ancestral hijo de café, aquel de mirada oscura y hermosa?
Tan sólo esta vez, en que Venezuela, Ecuador y Colombia nos convocan, sería bueno contradecir a Borges y decir: “que nos una el amor y no el espanto” y que América vuelva a ser la misma plegaria de cerámica, la misma canción con todos


“Cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea, y con tal que él quede de alcalde ya da por bueno el orden universal, sin saber de los gigantes que llevan siete leguas en las botas y le pueden poner la bota encima, ni de la pelea de los cometas en el Cielo, que van por el aire dormidos engullendo mundos. Lo que quede de aldea en América ha de despertar”
Escribió en 1891, José Martí, poeta cubano. Sus palabras poseen el don del porvenir, sus letras son siempre jóvenes en un mundo viejo de injusticias.


Venezolanos, ecuatorianos y colombianos, hermanos del corazón de la selva que palpita los primeros cielos del cóndor, que lleva en sus latidos verdes la memoria del mediodía del aborigen, del nocturno maquillaje de aquella luna sin nombre, de aquel satélite indio que iluminaba un continente que sólo tenía fronteras de lodo y ríos?
Que el mismo canto que Tupac Amaru entonara con su sangre, el mismo himno que Pablo Neruda y César Vallejo recitaran en las patrias líricas de la poesía, resurja como estrofa de cóndor, como vieja bandera zurcida con el sudor de los héroes, con la lágrima del esclavo que alcanza su primera aurora en libertad. Venezuela, Ecuador y Colombia,
pEDRO pATZER , TEXTO PARA RADIO NACIONAL FOLKLÓRICA

3/05/2008

MI DESTINO ES EL POEMA


Leo en este planeta, lo que escribí en otro universo
Y como siempre las letras de lluvia, los jardines del más allá,
El niño que en sus manos acaricia al arco iris muerto,
Me entran ganas de ser un polizón en aquel viejo canto,
De ser una luz en el color que Homero pintó en su ceguera,
De ser el manifiesto de la flor, el hambre de lo desierto
Y sin embargo qué es lo que vale la pena,
Mi niño sigue corriendo en su antigua infancia,
Los trenes a ninguna parte siguen recorriendo el mismo sendero,
Los profesores quedaron en aquella incomprensión,
Mi templo vacío, el beso seco, y Lorca siempre Lorca
Ahora me veo, escribiendo posdatas sobre cartas que nunca llegaron,
Y comprendo que mi destino es el poema


Pedro Patzer

La cultura popular es el anticuerpo que siempre salva a la Argentina

por Pedro Patzer Aunque nos quieran convencer de que los ladrones de las melodías, de las vocaciones, de los más hermosos vínculos del human...